Acerca de la única novela que escribiera Edgar Allan Poe

El reconocimiento unánime y mundial que ha obtenido Edgar Allan Poe, el escritor, se sustenta medularmente en sus dotes de prodigioso cuentista. La enorme mayoría de las personas, el común de la gente, recuerda que se trata del atormentado autor de relatos tan innovadores como memorables –léase Manuscrito hallado en una botella, La caída de la Casa Usher, El pozo y el péndulo, El corazón delator, etc.–, por lo que su labor periodística y crítica, y en menor medida sus poemas, suelen quedar relegados. Esto es entendible si consideramos que el nacido en la capital del estado de Massachusetts es, con toda probabilidad, el progenitor indiscutido del short story. Sin embargo, Poe concibió, antes de cumplir treinta años, su única, maravillosa y polémica novela, cuyo título original es The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket.

La narración de Arthur, personaje sensible, racional y de corazón generoso, sería referencia prematura para tantas obras que hicieron del océano un espacio enigmático y peligroso, propicio para situar toda clase de aventuras, pero siempre tan extraordinario. Es el caso de autores de la magnitud de Robert L. Stevenson, Jules Verne (de hecho, La esfinge de los hielos intenta ser una continuación de la novela de Poe), y especialmente Emilio Salgari. Pero así como hubo influenciados, también hubo influencias, y quizá la más trascendente y evidente sea el clásico de Daniel Defoe, Robinson Crusoe.

Los primeros tres cuartos de la historia asumen un cariz plenamente realista y dramático, puesto que Poe entremezcla en el periplo de Arthur, casi sin brindar un mínimo respiro al lector, las más pavorosas situaciones que se puedan originar en medio del mar: naufragios, claustrofobia, amotinamiento, muerte aparente, hambre y sed desesperante, encuentro con un buque fantasma, aguas infectadas de tiburones. Y como si esto fuera insuficiente, introduce con suma naturalidad un elemento francamente aterrador, que, de alguna manera, es una intensa exploración sobre los perversos límites que es capaz de traspasar el ser humano cuando la supervivencia es lo único que importa, y los instintos más básicos y bestiales, ordinariamente ocultos, salen a la luz sin ninguna clase de pudor o reparo: No hablaré del terrible festín que siguió inmediatamente; el lector puede imaginárselo, las palabras no tienen la virtud suficiente como para describir todo el horror de la realidad. Sólo diré que después de haber aplacado nuestra sed con la sangre de la víctima, arrojamos al mar los pies, las manos, la cabeza y las entrañas, y devoramos el resto del cuerpo durante los cuatro días de eterno recuerdo que siguieron; esto es, el 17, 18, 19 y 20 de julio.

El lector se vuelve presa dócil de la acción trepidante, se deja ahogar por la marea impetuosa que Poe le imprime a cada palabra, a cada párrafo de este vertiginoso recorrido por las facetas desacostumbradas de la naturaleza y de la mismísima existencia humana. El indiscutible matiz realista, sin embargo, desaparece súbitamente cuando el desenlace de la novela se aproxima; confiriéndole a partir de cierto punto, rasgos distintivos de su obra: el misterio y una enigmática perspectiva fantástica. Los níveos hielos que se erigen como inmaculados (y monstruosos) templos, asentados o a la deriva, en los gélidos mares del extremo sur planetario, allí donde el aislamiento y el desamparo son soberanos absolutos, constituyen la viva metonimia del horror que despierta lo blanco, la inexistencia de todo color, el vacío más puro. Julio Cortázar, en su famoso prólogo, ensaya una explicación que brinda el supuesto móvil implícito que tuvo en mente Poe al escribir este irresoluto colofón. Anhelo que la deducción del argentino sea equivocada, puesto que siempre es conveniente tener una opinión favorable de un artista admirado –como lo es Edgar Allan Poe–, más allá de su obra en sí. La narración se interrumpe de forma brusca, impensada, reservando al juicio del lector, que ha quedado atónito, la conclusión última. Como exquisitamente escribiera Baudelaire: A veces hay en la obra de Poe perspectivas magníficas, llenas de luz y calor, que se abren repentinamente en sus paisajes para presentarnos en el fondo de sus horizontes ciudades orientales, arquitecturas increíbles esfumadas por la distancia en la cual el sol arroja lluvias de oro.

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10 respuestas a Acerca de la única novela que escribiera Edgar Allan Poe

  1. avellanal dijo:

    Antes que nadie me diga una palabra, aclaro que este texto no es reciente. Estoy falto de ideas, veo demasiado «cine palomitero» últimamente, alterno entre lecturas obligatorias y otras placenteras, y leo demasiados periódicos también. Cuando se me ocurra algo nuevo, actualizaré; mientras tanto, tengo que recurrir a escritos que tienen algunos meses de antigüedad, a fin de rellenar este monstruoso espacio.

  2. Rayofusion dijo:

    Poe fue sin duda alguno un virtuoso. Narraciones que nos mantienen en vilo y por supuesto finales de muy alto nivel.

  3. iarsang dijo:

    Tengo comprado desde hace un par de años «Las aventuras de Arthur Gordon Pym» pero no me decido a cogerlo todavía. Cuando lo leí de pequeño quedé tan hondamente impresionado que quiero esperar a encontrar el momento adecuado para su lectura, que sea el libro el que me llame. Ahora no lo recuerdo demasiado bien, pero espero que cuando lo relea refresque la memoria porque sé que este libro y La esfinge de los hielos fueron un paso importnate en mi formación lectora.

  4. val dijo:

    Leer periódicos, ¡cómo te atreves!

    Ya decía yo que el texto me sonaba. No comentaré dos veces:P

  5. pads dijo:

    hmmm, es de lo poco que me queda de leer de Poe

  6. pads dijo:

    por cierto, si te fascinan las obras marítimas, Hodgson es imprescindible en cuanto a terrores acuaticos

  7. avellanal dijo:

    Iar: ¡reléelo pronto! Estoy seguro que le encontrarás algunos matices muy diferentes. Luego me cuentas.

    Val: muy simpático tu no-comentario.

    Pads: creo que en Sedice alguien ya me había recomendado a Hodgson, pero nunca he visto ningún título suyo en las librerías. Tendré que afinar la búsqueda, porque sí, me encantan las obras marítimas.

  8. kleefeld dijo:

    avellanal, Hodgson está sobrevalorado, jaja. Mucho mejor Poe, dónde vas a parar, pads. xD

    En lo que respecta a la preocupación por la inexistencia de textos nuevos y relucientes, quizás deberías comenzar a temer por tu integridad, clau. No dejo de observar en tu comentario algunos de los signos que apuntan a una incipiente crisis, una de aquellas horribles crisis que suelen finalizar con el autor del blog devorado por su propia criatura. Ya se sabe que, con el hambre, los animales se vuelven algo más agresivos… xD

    Y, volviendo al tema, Poe es una de mis graaandes asignaturas pendientes. Ah, gozo terrible, penitencia insoportable…

  9. Un gran saludo de uno que leía a Poe antes que a Jules Verne, -y hacía trabajos sobre relatos sobre Poe en primaria-; esta maravillosa novela de aventuras es algo así como el reverso oscuro de Robinson Crusoe y los relatos marinos de Jack London, y creo que contiene el mejor criptograma de cuantos colocó Poe, especialmente en sus relatos policíacos.

  10. Roy dijo:

    Es ciero que Verne hace una continuación al final abierto que se llama La esfinge de los hielos, pero también lo homenajea Lovecraft en Las montañas de la locura. Para mi, la primera parte de las Narraciones de Arthur Gordon Pym es lo mejor que se ha escrito en lteratura de aventuras.

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