«Milk», de Gus Van Sant

Es improbable que una película tan sobria y técnicamente irreprochable como Milk pueda decepcionar a alguien. De hecho, si la hubiese dirigido algún ilustre nombre abonado al star-system de Hollywood –como Ron Howard– con toda seguridad me ahorraría éste comentario sobre el largometraje en cuestión. Sin embargo, no puedo excusarme de plasmar algunas impresiones, pues la realidad indica que fue Gus Van Sant, el mismo cineasta que surgió del más visceral underground, quien firmó este producto anodino y distante en millas siderales del cine de autor.

Si bien es innegable que la serie de filmes que integran la obra de Van Sant no pueden apreciarse como un conjunto coherente y sólido (coqueteó con el cine de corte netamente más comercial en Good Will Hunting y en Finding Forrester), ciertamente sorprende que luego de una innovadora trilogía minimalista y experimental –Gerry, Elephant y Last Days– haya dirigido una película que bordea el telefilme como Milk. No quiero decir que esté mal o sea reprochable que un cineasta nacido dentro del cine independiente termine engullido por la maquinaria de Hollywood y sus altos presupuestos (sucede todos los días), pero Van Sant, aun con sus intermitencias estilísticas, había tenido incursiones más felices en el cine industrial, conservando su mirada cínica y su alma de outsider, especialmente en 1995 con la maravillosa To Die For (con actuación consagratoria para Nicole Kidman incluida). En cambio, como manifestaba al principio, Milk es un producto despersonalizado, que con los mismos resultados podría haber sido dirigido por cualquiera de los simples ejecutantes de la eficiencia artesanal que reina en Hollywood. Van Sant parece simplemente un narrador profesional que cede tan sólo su nombre con el fin de prestigiar una cinta tan políticamente correcta como desprovista de emoción y con ciertos tintes maniqueos.

La historia de Harvey Milk, quien llegó a convertirse en el primer hombre declaradamente gay en ser elegido para ocupar un cargo público en California, es suficientemente conocida de antemano. Por lo tanto, al comenzar a ver la película supuse que me encontraría –además de la narración de los hechos públicos y notorios– con una indagación en el mundo interior, con un acercamiento a la vertiente más humana del personaje interpretado por Sean Penn. Por el contrario, el guión se preocupa con tanta exclusividad de la dimensión militante y de los sucesos históricos (marchas, trifulcas con la policía, campañas políticas, debates, elecciones, asesinatos), que el fragmento en el que (sobre)actúa el mexicano Diego Luna, como segunda pareja de Milk, está tan mal abordado que es completamente prescindidle.

Volviendo a los orígenes de Van Sant, fueron dos películas experimentales y de grandísima capacidad creativa –Mala noche y My Own Private Idaho, ésta segunda, según mi entender, una de las más destacadas de toda la década del noventa– las que lo relacionaron con el new queer cinema, etiqueta de la que logró desprenderse con el correr de los años (al igual que Todd Haynes), pese a que continuó arrimándose, aunque de forma tangencial, a la temática homosexual. En ese sentido, Milk supone un regreso a la posición directamente militante, mas no desde el estilo propio del movimiento, encabezado hoy en día por Gregg Araki, entre otros cineastas independientes. En otras palabras, el film (anglicismo nunca mejor empleado) puede entenderse como la militancia hecha pop-corn, presentando un panegírico de una personalidad (no puedo pasarlo por alto) de fuerte contenido mesiánico, importada desde los países emergentes como modelo de activismo y coherencia política (más allá de lo emblemático que puede haber sido Harvey Milk para la comunidad gay).

Para compensar, he de reconocer que el punto fuerte del largometraje pasa por el montaje (insertando con frecuencia imágenes reales de la época), la banda sonora y por algunas actuaciones. Sin la excelente interpretación de Sean Penn es posible que el personaje hubiese corrido serio riesgo de sumergirse en los pantanos del histrionismo y del cliché. Ya he mencionado que la aparición de Diego Luna es lamentable, pero quien sigue sorprendiéndome más que gratamente es Emile Hirsch (dirigido por Penn en Into the Wild), que aquí da vida a un curioso y entrañable activista. Son correctos asimismo los secundarios de James Franco y Josh Brolin.

Milk (EE.UU., 2008).
Director: Gus Van Sant.
Intérpretes: Sean Penn
, Emile Hirsch, James Franco, Josh Brolin, Diego Luna,  Lucas Grabeel.
Calificación: 6,25.

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7 respuestas a «Milk», de Gus Van Sant

  1. Facu dijo:

    Yo pensé que hasta ibas a decir que Sean Penn había sobreactuado demasiado. Sin conocer mucho la trayectoria del director, a mi me gustó, pero hasta ahí nomás. Un biopic correcto quizá ensalzado en demasía por todo el asunto de los Oscar.

  2. padawan dijo:

    Vaya, pues era una película que me apetecía ver, aunque, claro, pensaba otra cosa de ella. En fin, después de esta reseña ha bajado un poco en la lista de películas pendientes

  3. avellanal dijo:

    De todos modos, espero que esta reseña no se convierta en impedimento para que finalmente veas la película, Pads, pues, como sabrás, la gran mayoría de la crítica internacional ha tenido comentarios muy elogiosos para con la misma.

  4. Y, la verdad que creo que de Gus Van vi tan solo Elefant, sin embargo, me gustó este «film», je … Es cierto que gran gran parte del mérito lo tiene Sean Penn, y como bien decís creo que sin él hubiera sido una película más.
    Pero bue, como disfrute de verlo a Sean Penn una vez más, sirve jaja.
    Abrazo che.

  5. ah, comento ahora xq la ví ayer y no había querido leer tu nota antes de ver la película, jaja.

  6. avellanal dijo:

    Sí, la actuación de Sean Penn es digna de los dos pulgares arriba. Desde «The Assassination of Richard Nixon» (2004) que no me convencía tanto una caracterización suya. Se trata de un gran actor, y con «Into the Wild» ha dado muestras de que también tiene plena capacidad detrás de las cámaras.

  7. y mirá, en realidad, es parte de un sueño que tuve hace un par de años (recién lo escribo porque este año empecé a escribir). En ese sueño yo me despertaba en aquel colectivo, iba hacia dicha mina, y me enteraba de que estaba muerto y en el infierno… pero, como todas las cosas buenas tienen libres interpretaciones, me pareció más correcto hacerlo así… ahora sería interesante conocer las interpretaciones de cada uno, un amigo me dijo que pensaba que representaba mi adolescencia y mi trauma con la secundaria horrible, y que la facultad era la chica hermosa del tren, jaja.

    pd. Comento acá para no tener que poner el aviso de spoiler en el otro lado, jaja.

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