Las literaturas marginales en la obra de Borges (la science-fiction)

En los albores del siglo XX, Leopoldo Lugones (1874-1936) escribió una docena de relatos que inaugurarían en la Argentina, como afirma Abelardo Castillo, una corriente que nunca se retomó del todo y que quizás alcanza su culminación en este libro: la de ciencia ficción. La mala recepción que Las fuerzas extrañas –tal es el título bajo el que se agrupa esa urdiembre de relatos aludidos– obtuvo en la época de su lanzamiento, y que trajo como consecuencia inmediata el desistimiento de Lugones de seguir ahondando en el novísimo género, sirve para ilustrar uno de los motivos determinantes por los cuales Borges, siendo un lector consuetudinario y nutriéndose permanentemente para la elaboración de sus cuentos de la science-fiction, siempre optó por encubrir –con innegable sutileza– esa influencia proveniente de un literatura marginal, alejada de la tradición canónica.

Las reseñas y crónicas que Borges escribió para la revista “El Hogar” en la década del treinta, dan cuenta, primero que nada, que era un lector voraz, y luego, que –gracias al hecho de que en su juventud se movió dentro de lo que podría denominarse el “caldo de cultivo” de la science-fiction moderna– recibió con entusiasmo las obras propiamente del género (de autores estadounidenses y europeos) que empezaron a llegar a la Argentina en esos años. Como apunta Carlos Abraham, en dichos textos Borges se revela como conocedor de hasta los terrenos menos difundidos de la obra de H. G. Wells: sus novelas realistas, sus escritos de carácter político y hasta sus trabajos enciclopédicos; tal era el interés que el escritor británico le suscitaba. En 1939, por ejemplo, y siempre para la misma publicación, realizó una breve biografía sobre Karel Capek, el dramaturgo y novelista checo que acuñó el término “robot”, introduciéndolo en el vocabulario corriente de la science-fiction.

Pero así como en esas tempranas crónicas se evidencia una inequívoca aproximación hacia el género, Borges también le realizaría ciertos cuestionamientos con el anhelo de que la science-fiction pueda llegar a convertirse en una literatura válida para un público culto que inicialmente la rechazaba (reitero, el antecedente de Las fuerzas extrañas en ese sentido resultaba clave). Uno de esos reparos radicaba en la desmesurada presencia de elementos científicos y técnicos, sobre todo en ciertos relatos de hard science-fiction y space opera, pues para Borges el aire de divulgación científica ínsita en esos textos, insertando elementos ajenos a la “serie literaria”, atentaba contra la autonomía de la literatura. Dicho de otro modo, cuando la trama de una ficción se convierte tan sólo en una excusa para la exposición o explicación de pormenores de carácter científico, entonces la literatura queda relegada a un segundo plano absolutamente inaceptable para el escritor argentino. En consecuencia, no sorprende comprobar cómo voluntariamente Borges eliminó, en muchos de sus cuentos, un sinnúmero de convenciones o rasgos genéricos de la science-fiction, para conservar, en cambio, lo que él consideraba en verdad valioso del género: las estructuras argumentales.

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius es una de sus construcciones intelectuales más célebres, y asimismo sirve para atestiguar lo mencionado ut supra. En una reseña de la novela Out of the Silent Plantet, de C. S. Lewis, Borges expresa su entusiasmo con respecto a la trama, al tiempo que desatiende la zoología inventada por Lewis o la descripción de Marte, considerándolas baladíes. Por eso, para la escritura de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius se limita a tomar, tanto de la ficción de Lewis, como de Star Maker (de Olaf Stapledon), la premisa argumental básica: esto es, la descripción de un planeta desconocido. Empero, en pos de suprimir aspectos convencionales, como ser el viaje espacial, se inclina por adjudicarle a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar. Por lo demás, en el comentario de Out of the Silent Plantet, Borges resalta el hecho de que el protagonista, en un comienzo, se sintiera abrumado y perturbado como consecuencia del aspecto morfológico de los habitantes de Marte, para, luego de un período de aclimatación, variar hasta el punto de llegar confundirse con los marcianos y poner en duda su identidad humana. Redundante es indicar que en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius ocurre un proceso similar con el narrador, quien se identifica de tal modo con el planeta imaginario, que acaba por afirmar: El contacto y el hábito de Tlön han desintegrado este mundo. Encantada por su rigor, la humanidad olvida y torna a olvidar que es un rigor de ajedrecistas, no de ángeles.

Pero la presencia encubierta de la science-fiction en vastísimas creaciones borgeanas no debe hacernos perder de vista la gravitación capital que el género tuvo en algunas de las teorizaciones que encontramos especialmente en su obra ensayística y en ciertos prólogos. Basta mencionar “El primer Wells” que aparece en Otras inquisiciones, ensayo en el que traza una comparación entre el autor de The Time Machine y Jules Verne, catalogando al primero como fidedigno heredero de Swift y de Poe, como un escritor para todas las edades del hombre, al tiempo que le reservó  al francés un destino menos glorioso: (…) jornalero laborioso y risueño. Verne escribió para adolescentes. A su vez, en el mismo texto, reivindica una etapa inicial de Wells –plagada de obras hoy incluidas indudablemente dentro de la science-fiction–, en desmedro de una tardía inclinación por escribir especulaciones sociológicas de poco valor.

Más allá de la invariable impresión de premisas estéticas indisolublemente vinculadas con lo canónico, resulta indiscutible el grado de influencia que en la obra de Borges ejerció un género tan alejado del canon bloomiano como la science-fiction. Qué duda cabe de ello luego de leer, en el mismo ensayo sobre Wells, la siguiente confesión: De la vasta y diversa biblioteca que nos dejó, nada me gusta más que su narración de algunos milagros atroces: The Time Machine, The Island of Dr. Moreau, The Plattner Story, The First Men in the Moon. Son los primeros libros que yo leí; tal vez serán los últimos…

Esta entrada fue publicada en Literatura. Guarda el enlace permanente.

19 respuestas a Las literaturas marginales en la obra de Borges (la science-fiction)

  1. avellanal dijo:

    Dos aclaraciones: 1) éste sintético texto hubiese sido imposible de escribir sin la lectura previa de «Borges y la ciencia ficción», minucioso ensayo de Carlos Abraham; 2) en la foto que ilustra el texto se puede apreciar el encuentro entre Borges y J. G. Ballard.

  2. Juan rrr dijo:

    Excelente, esta frase; «cuando la trama de una ficción se convierte tan sólo en una excusa para la exposición o explicación de pormenores de carácter científico, entonces la literatura queda relegada a un segundo plano absolutamente inaceptable» creo que resume el principal dilema de la ciencia ficción como género literario.

  3. Instan dijo:

    Muy interesante. Estoy bastante de acuerdo con el análisis, pero creo que se puede ir más allá. En realidad buena parte de los cuentos de Borges más conocidos son claramente de ciencia ficción.

    Es cierto que no emplea los tópicos, pero eso no significa no sólo que emplee las mismas estructuras, sino que trate además los mismos temas. Y lo más importante, con la misma filosofía sobre la naturaleza de la realidad que muchos autores canónicos (desde el punto de vista literario) de la ciencia ficción.

    En este sentido la relación de Borges con la ficción científica es muy similar a la de Lem, si bien este último tuvo que recurrir más a los tópicos, a su pesar, por razones de índole sociológico y político.

    En todo caso me parece muy necesario hacer reseñas sobre libros que traten la relación de Borges con la ficción científica. Una muestra de que el género tiene unos orígenes y unos referentes mucho más potentes de lo que algunos quieren reconocer. Empezando por el señor Bloom.

  4. avellanal dijo:

    Juan: sí, yo coincido plenamente con esa idea que mantenía Borges. Me sucedió de leer algunas novelitas de las que huí espantado porque no tenían mucha diferencia con un manual de divulgación científica (y es claro y notorio que yo de ciencias puras no sé un pepino). ;)

    Instan: desde luego que se puede ir mucho más allá, pues, además de ser un tema fascinante, hay innumerables cuentos borgeanos netamente vinculados al género por analizar, como «El jardín de los senderos que se bifurcan», «El inmortal», «La casa de Asterión», «There are more things», etc. Por una cuestión de espacio y de necesidad de profundizar ciertos conocimientos, no lo he realizado aquí. Pero, como dices, el hecho de que en la obra de Borges no aparezcan máquinas o referencias científicas ni necesariamente la descripción de una ambientación futurista, no quiere decir que la misma no verse sobre temas similares y con estructuras idénticas, a menudos disimulados con una estudiada elección de entornos canónicos (escenografías propias de la «alta literatura).

  5. Guau

    1) Un texto genial

    2) La foto, Borges-Ballard, para comer aparte.

    3) Espléndido el análisis del relato de Borges, lo tengo un poco lejano, pero me ha valido para desentrañarlo.

    4) Acababa de publicar un post en mi blog sobre las bondades de EScuela de Robinsones. Y viene Borges y me dice, que escribe para adolescentes Touché!

  6. Facu dijo:

    Veo que llegó la segunda entrega prometida. Muy buen texto, como ya han dicho los demás.

    Aprovechando que has reincidido en el patrón temático de este blog, voy a recurrir a vos para preguntarte que opiniones y/o interpretaciones tenés del cuento ‘El sur’.

  7. thermidor dijo:

    Anticipo una gran pelea en esta entrada de tu blog. Quedo a la espera de nuevas entregas.

  8. avellanal dijo:

    Ibán: pues, como ya te he dicho, la crítica de Borges a Verne no invalida que al día de hoy, aquellos que ya dejamos de ser niños y adolescentes, podamos seguir disfrutando de sus viajes extraordinarios, de sus invenciones prodigiosas. Y, por otro lado, descubrí hace poco la foto con Ballard. Quién pudiera haber presenciado semejante encuentro, ¿verdad?

    Facu: patrón temático del blog… ¡cómo me has hecho reír con esa acotación! Me ahorro la respuesta poniéndote el siguiente enlace: https://vagabundeoresplandeciente.wordpress.com/2008/02/10/interpretaciones-posibles-sobre-%E2%80%9Cel-sur%E2%80%9D/

    Thermidor: lo dudo; aquí no predominan los vientos beligerantes que preanuncia el comandante Chávez para Sudamérica. ;)

  9. Ya te digo, yo ando por la misma edad que tú (23 años) y ahí que voy… ¡a (re)descubrirlo!

  10. padawan dijo:

    Quizá el exceso de cientifismo aparte a la ciencia ficción de la Alta Literatura, pero, por otra parte, también es uno de los rasgos más característicos del género, y, si el autor le echa imaginación, puede reportar casi tanto disfrute como la trama en sí conocer cómo funcionan los extraños cacharros que usan los protagonistas o cómo viven las razas de extraterrestres que descubren

  11. avellanal dijo:

    Desde luego, la consideración de Borges quizá peque de generalizadora, pero me temo que él era muy cerrado con respecto a ciertos puntos.

    Voy a citarlo: «En las novelas de science-fiction se postula un mecanismo, por ejemplo una máquina para viajar en el tiempo, un tratamiento que haga invisibles a los hombres, etc. Ahora bien, entiendo que el defecto de este procedimiento es que el autor empieza con una idea que tiene todo el aspecto de ser razonable (por ejemplo, que el cuerpo humano pueda hacerse invisible mediante un tratamiento adecuado), pero luego no lo explica, nos dice que lo ha inventado otro, y aquí sentimos una suerte de flaqueza, un desfallecimiento de la invención. En cambio, en el caso de una capa, en la cual un hombre se envuelve para hacerse invisible, tenemos que abandonar nuestra imaginación a ese hecho, que, por lo demás, no ha sido inventado por el autor, sino que pertenece a una tradición de la imaginación humana. En ese sentido, me parece que hay algo más limpio en las ficciones mágicas que en las de simulacro científico, género que tiene algo impuro, un principio de pensamiento, de razonamiento que no se realiza. En cambio, podemos decir que en nuestro tiempo creemos en las posibilidades de la ciencia y creemos mucho menos en las posibilidades de la magia».

  12. padawan dijo:

    Bueno, con esa cita que has puesto entiendo bien su punto de vista. Cuando se lee un libro de ciencia ficción cuesta más suspender la incredulidad que cuando lees uno de fantasía, y el ejemplo de la capa de invisibilidad es muy claro.

    Por cierto, supongo que los conocerás, he encontrado un libro de relatos policiacos escritos entre Borges y Bioy Casares, me está gustando bastate :)

  13. avellanal dijo:

    Supongo que te referirás al libro al que aludí precisamente en la primera parte de estos textos sobre la relación entre Borges y las literaturas marginales: «Seis problemas para don Isidro Parodi».

    Las literaturas marginales en la obra de Borges (la ficción policial)

    Y me alegra mucho que te estén gustando, Pads.

  14. avellanal dijo:

    Muchas gracias por el enlace borgeano, personare. Ahora voy a echarle un vistazo con mayor tiempo y atención.

    Gran satisfacción me da saber que todavía sigues acechando desde las sombras. Un abrazo. ;)

  15. kleefeld dijo:

    La actitud de Borges con respecto a la science fiction es parecida a la de Tarkovski, que también trató el género en «Solaris» y «Stalker» pero de un modo – sobre todo la segunda- mucho menos riguroso en lo que a «tópicos» se refiere.

    En cierto sentido, coincido con la opinión del argentino cuando nos describe la diferencia entre la capa de invisibilidad y una máquina que hay que describir. La capa en sí no deja de ser un símbolo, algo mucho menos «terrenal» y más «esencial» que los cachivaches, es decir, que pierde en concreción material lo que gana en poesía. En la capa hay esa «magia», lo desconocido, que parece que tuviera que resistir mucho mejor los embistes del tiempo. La máquina, al ser descrita, se convierte en pura forma, forma dentro de la forma, negándole todo misterio y toda capacidad poética. Se hace carne, se hace hueso, y con ello pierde toda posibilidad de ser eterna.

  16. avellanal dijo:

    No he visto ninguna de las películas en cuestión -bah, para ser sincero en realidad no he visto nada de Tarkovski-, pero considerando las similitudes que ya Instanton señaló entre Borges y Stanislaw Lem, supongo que no termina de sorprenderme lo que apuntas sobre “Solaris”.

    Estoy de acuerdo plenamente con tu reformulación de la tesis borgeana. Lo cierto es que, para Borges, la sobreabundancia de elementos científicos brindan una sensación de poca literaturidad, al no estar legitimados por una tradición. Resultan, por ende, más «elegantes» las soluciones mágicas, lógicas o psicológicas, refrenadas por una extensa genealogía literaria.

  17. kleefeld dijo:

    «la sobreabundancia de elementos científicos brindan una sensación de poca literaturidad, al no estar legitimados por una tradición.»

    No entiendo el comentario. ¿Se basa la crítica de Borges en que no hay «antecedentes literarios», quizás de un determinado valor artístico o histórico, que avalen la existencia de este tipo de texto? ¿Literatura es lo que es, ha sido y será literatura? ¿En eso se basa Borges, entonces?

    Está de acuerdo con T.S. Eliot, pues: http://www.bartleby.com/200/sw4.html

  18. avellanal dijo:

    No dudo en afirmar que Borges suscribiría sin ninguna objeción un párrafo como el siguiente: «It involves, in the first place, the historical sense, which we may call nearly indispensable to anyone who would continue to be a poet beyond his twenty-fifth year; and the historical sense involves a perception, not only of the pastness of the past, but of its presence; the historical sense compels a man to write not merely with his own generation in his bones, but with a feeling that the whole of the literature of Europe from Homer and within it the whole of the literature of his own country has a simultaneous existence and composes a simultaneous order. This historical sense, which is a sense of the timeless as well as of the temporal and of the timeless and of the temporal together, is what makes a writer traditional. And it is at the same time what makes a writer most acutely conscious of his place in time, of his contemporaneity».

    Pero tampoco quiero dejar pasar otros aspectos que también son causantes de la crítica que Borges realiza al género, como la propensión incontinente a la extrapolación y a lo que él denominaba «gigantismo» (exageración descriptiva que tiene la intención de impresionar, mas termina agobiando). Ya he mencionado anteriormente sus reparos a las convenciones de género (y no sólo a la science-fiction, sino también a la ficción policial, al relato esotérico, etc). En síntesis, lo que Borges rescata de la science-fiction son únicamente las estructuras argumentales, y eso se puede apreciar con claridad en sus cuentos, que bien podrían considerarse versiones depuradas y legitimadas por la tradición literaria.

Replica a Y encima se llamaba Alabama Cancelar la respuesta