“La fiesta del monstruo” o el gorilismo en acción

La caracterización que históricamente han hecho del peronismo los sectores más acomodados de la sociedad argentina –los que de algún modo vieron interrumpidos a partir de 1946 los privilegios de clase de los que gozaban desde la misma fundación de la república– suele estar envilecida de mala intención y deshonestidad intelectual. Baste como ejemplo el hecho de que en el transcurso de sólo una década los mismos estratos sociales acusaron a Perón primero de “fascista” y luego de “comunista”, lo atacaron por “clerical” y por “anticatólico”, por “estatista” y por “entreguista”. El movimiento que modificó las estructuras sociales del país y que invariablemente gobernó accediendo al poder por medio de la vía democrática, el movimiento que sufrió la proscripción, persecución y desaparición de miles de sus militantes, hasta el día de hoy tiene que soportar que le endilguen la comparación con un gobierno de facto, siendo que las interrupciones del orden constitucional y las dictaduras militares comenzaron en no pocas ocasiones –y la última de ellas fue la noche más trágica de la que se tenga recuerdo en la Argentina– precisamente derrocando a gobiernos peronistas. Teniendo en consideración que cuando un país en el que millones de personas no gozaban siquiera de los más elementales derechos civiles y sociales, de pronto fue arrancado de su cauce aletargado y transformado en pos de los más necesitados, no resulta sorprende que automáticamente los intereses lastimados se hayan aglomerado para expeler su inmenso despecho de clase. Y así sucedió.

Como es sabido, Borges no fue la excepción. Si bien siempre mantuvo a las cuestiones de neto corte político o ideológico sólo rara y muy tangencialmente presentes en las ficciones (pienso en Deutsches Requiem, sutil condena al III Reich), su cerrada incomprensión, teñida de prejuicios, hacia el fenómeno peronista, lo llevó, junto a su amigo Adolfo Bioy Casares, a escribir un cuento que se encuentra entre lo más próximo al libelo panfletario que Georgie haya publicado en vida. Por la trascendencia universal que su obra lograría quizás hoy se subraye a Borges como la voz cantante, pero lo cierto es que un furibundo antiperonismo se desplegó sin medias tintas (incluso antes de la llegada de Perón a la presidencia de la república) desde el grupo de intelectuales nucleados en torno a la mítica revista “Sur”, dirigida por Victoria Ocampo.

El cuento al que hacía mención en el párrafo anterior, con justicia, es de los menos conocidos del más memorable tándem de plumas que dio la literatura argentina. Se titula La fiesta del monstruo, y aparentemente fue escrito a mediados de 1947, cuando el peronismo recién estaba amaneciendo. Citando al periodista Claudio Díaz: (…) [Borges y Bioy] sudan tanto desprecio por las ideas del peronismo (buenas, malas o regulares; pero ideas al fin) que embisten con una saña propia de fieras (…) los compinches abandonan –literariamente hablando– su vida de dandys ilustrados para ponerse en la piel y los huesos de un simpatizante peronista que acude a Plaza de Mayo, donde el general Perón, el monstruo, dará un acto en homenaje a los trabajadores. El propio Bioy Casares reconoció, muchos años después, que el relato estaba escrito con un profundo sentimiento de odio, un odio que debía ser exteriorizado, en una suerte de catarsis artística.

Narrado en primera persona por un militante peronista –Borges y Bioy tratan de reconstruir el lenguaje popular–, la acción del cuento se centra en el viaje que éste realiza junto a un grupo de compañeros con destino a la Plaza de Mayo. Resulta revelador detenerse en las características que los escritores les asignan a los trabajadores: el narrador es un conductor de ómnibus, panzón, con boca de hipopótamos y pies planos; en otras palabras, una caricaturización bastante obvia, al igual que los obreros que lo acompañan: de apellidos poco distinguidos (en su mayoría, italianos), transpirados, medio analfabetos, de piel nada clara. Para que la “turba peronista” termine de quedar en las antípodas de lo chic y patricio, en el desfile de hipérboles hasta aparecen un gangoso y un tuerto.

El territorio marginal del cual provienen los personajes, y que contrasta con las lujosas avenidas, plazas y edificios de la París sudamericana, cobra una singular importancia en las parábolas que inserta el dúo escritor. El intelectual José Pablo Feinmann lo resumió inmejorablemente: Otra vez la presencia del Sur como el territorio de la barbarie. Pero éste no es el Sur de Juan Dahlmann, el Sur en que Dahlmann descubre que el coraje es superior al miedo y la enfermedad, que el Sur es la llanura, el cielo abierto, la muerte heroica; tampoco es el Sur en que Narciso Laprida descubre su destino sudamericano, un destino que se trama entre los libros, los cánones y la intimidad del cuchillo bárbaro, es otro Sur. Es el Sur del odio clasista. Un Sur absolutamente irrecuperable para Borges. Un Sur injuriado por la jauría fiel y desastrada del Monstruo.

Más adelante, cuando el conglomerado de adefesios camina por la avenida Belgrano, se cruzan con un estudiante judío de barba rojiza que lleva libros bajo el brazo. Los iletrados peronistas lo obligan a rendir honores al retrato del Monstruo, y ante la rotunda negativa, lo arriman a la fuerza hasta un terreno baldío, y allí simplemente lo ajustician con total impunidad, lapidación mediante, en nombre de Perón y Evita (El primer cascotazo lo acertó, de puro tarro, Tabacman, y le desparramó las encías, y la sangre era un chorro negro. Yo me calenté con la sangre y le arrimé otro viaje con un cascote que le aplasté una oreja y ya perdí la cuenta de los impactos, porque el bombardeo era masivo).

Es menester agregar que la dicotomía civilización/barbarie ya había sido planteada por Borges, con mayor profundidad conceptual y menos odio unidimensional, en su Poema conjetural, donde postulaba que el triunfo de los gauchos sobre los letrados era el quid que regía el “destino sudamericano” de la Argentina; pero el esquema argumental de La fiesta del monstruo se enmarca en la tradición de un texto canónico de la literatura argentina –considerado el primer cuento realista del río “descubierto” por Juan Díaz de Solís–: El matadero, de Esteban Echeverría. Como señaló el profesor Luis Alejandro Rossi, las correspondencias entre ambos relatos son exactas: el Monstruo encarnado por los “tiranos” Rosas y Perón; los gauchos y matarifes federales asimilados a los “bárbaros” partidarios peronistas; el joven unitario emparentado como víctima y símbolo de la civilización  con el universitario judío; el matadero y el acto en la Plaza de Mayo como espacios físicos de la degradación.

Se comprende que la mirada microscópica del peronismo que realizaron los escritores argentinos en La fiesta del monstruo estuvo enmarcada en un contexto y una situación turbulenta, y motivada en una antipatía acérrima hacia una expresión política que no coincidía con sus pensamientos (por eso mismo, resulta curioso y contradictorio que ese gorilismo u hostilidad siempre haya sido impulsado escudándose en propósitos supuestamente democráticos y libertarios). No sólo Borges y Bioy se sobrecogieron de horror cuando un movimiento cuyas banderas son la soberanía política, la independencia económica y la justicia social, accedió al poder merced al voto popular, y comenzó a dignificar el trabajo y humanizar el capital, creando un país digno de ser habitable por todos y cada uno de sus ciudadanos. En efecto, fueron muchos los que, al ver menguar sus prerrogativas y privilegios, consideraron al peronismo como un virus peligroso que era necesario erradicar a toda costa de la Argentina. Afortunadamente constituyeron una minoría; la mayoría sigue prefiriendo compartir su mesa con todos, y no tan sólo con los que habitan dentro de un círculo cerrado de voracidad oscurecido con efluvios de coloniaje.

Y por fortuna asimismo, las cuestionables posturas políticas de Borges quedaron relegadas por su brillantez artística. Del mismo modo que el evidente racismo de Céline o las tendencias colaboracionistas de Simenon no bastaron para sepultar sus voces, en Borges la literatura terminó por imponerse.

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23 respuestas a “La fiesta del monstruo” o el gorilismo en acción

  1. Ibán dijo:

    Pues a ver, a ver….

    Sobre estos temas dominio menos que tú, más que nada porque estoy al otro lado del charco. Borges le he seguido bastante, pero todavía me queda mucho por conocer de él. Además tú eres mucho más certero a la hora de analizarlo correctamente, poniéndole en medio de su contexto personal, social, cultural y, en este caso, político. Por eso todo lo que me cuentas sobre el peronismo y borges me resulta treméndamente fascinante. No dudes que seguiré buscando más info sobre ello.

  2. tucho dijo:

    La fiesta del monstruo es un cuento que no leí, pero tu análisis es necesario y te muestra -como siempre- amplio y descriptivo, incluso para retratar un lado oscuro de -al menos por lo que suelo leer- uno de tus ídolos o personajes de la cultura más admirados.
    Con mi viejo solemos decir, medio en joda, medio en serio, que Borges era un viejo choto pero… que bien escribía!

    Abrazo Clau.

  3. Facu dijo:

    No voy a ser yo quien defienda a Borges precisamente en el blog de la persona más pro Borges que conozco. Lo que sí sé es que para los aristócratas de esa época no era cosa fácil aceptar tantos cambios producidos en tan poco tiempo.

  4. avellanal dijo:

    Ibán: sólo te diré que sigas y sigas leyendo a Borges hasta la saciedad. Hoy en día tiene más vigencia que nunca. ;)

    Tucho: muchas gracias por tus conceptos. Y sí, creo que quien medianamente lea este blog con asiduidad, sabrá perfectamente que le prodigo una admiración excesiva a Borges, mas procuro que esa admiración literaria no se transforme en pura adulación que no me permita ser objetivo a la hora de pronunciarme sobre aspectos ajenos a su colosal obra.

    Facu: ¡qué bueno ese capítulo de Bombita con Borges! Me quedé con ganas de más, y justo terminó la reducidísima temporada 2009. Habrá que esperar hasta el año que viene.

  5. Recontra dijo:

    No es un cuento que a mí me fascine, pero tiene sus chispazos humorísticos (cuestionables, claro está).
    No obstante, quiero rescatar algo: nombra a ¡Berazategui! Eso no sé si agradecérselo a Bioy, a Borges ¿o a Perón? En fin.
    Voy a husmear tu blog.

  6. emeygriega dijo:

    No sabía que este es el blog más borgeano que haya: hubiese venido antes.
    Me invitó Tucho y la verdad es que esta entrada es extraordinaria. Y me parece extraordinaria porque- a diferencia de las arengas gorilas y contragorilas, gastadas y demodeés, concluye en dos ideas que me gustan mucho.
    La primera es que la mesa compartida con todos es más nutritiva, la segunda que a Borges le ganó su pluma imbatible (y mirá que siguen intentando…)

    Me gusta pensar que si Georgie se hubiese permitido comer con más gente, con Jauretche por ejemplo, o con el portero de su edificio, su obra sería mejor, si es que pudiera.

    Le agradezco a Tucho el dato y a vos dejarme opinar.

  7. avellanal dijo:

    Recontra: sí, los chispazos humorísticos abundan, es cierto. Y quizás por momentos a uno se le escape un esbozo de sonrisa culposa. Y lo de la alusión a Berazategui, ¿no habría que agradecérselo a Juan José Mussi? ;)

    Emeygriega: no sé si es el blog más borgeano que existe (no quiero atribuirme títulos que seguramente no merezco ostentar), pero que cada dos o tres actualizaciones una invocación a Georgie aparece, eso sí dalo por seguro.

    Por lo demás, muchas gracias por tus consideraciones. La idea, precisamente, era no limitarme a escribir un sermoneo ideológico teñido de anteojeras. El eventual -y hoy ya quimérico- encuentro Borges-Jauretche, sin lugar a dudas, hubiese sido antológico, y creo que habría sido muy beneficioso para ambos, pero más para Georgie.

    A Tucho tendría que hacerle algún presente por posibilitar que lleguen a mi blog lectores tan interesantes.

  8. emeygriega dijo:

    Tucho es bárbaro, me encanta su blog y cualquier consejo suyo me vale. Creo que jugar al blog es exactamente lo que hace Tucho: escribir cuando y como se quiere, interactuar con personas sin importar la edad ni la ciudad donde viven.

    Tu estilo parece ser ése y desde ese lugar, un placer conocerte.

  9. Egresado dijo:

    Buscando material sobre La Sala de Espera de Mallea para mi blog me topé con el tuyo. Más que interesante tu material. Este post me hizo recordar que además de Mallea en mi sencundaria leí El Matadero y tambien El General Quiroga va en coche al muere, de Borges. Volveré por aquí.

  10. Adriana dijo:

    Me gustaría que este cuento sea más difundido. Pues pocos lo conocen y quienes hablan con admiración por la pluma de dichos autores, innegable por cierto, deberían conocer el sentimiento de odio que incentivaron. Hoy por hoy conociendo los momentos sangrientos de nuestro país lamento tanto que autores admirados fomentaran el odio entre las clases

  11. Eneefe dijo:

    Algo de esto pense cuando escribi «Fiesta y cuerpo. Algunas reescrituras de Civilizacion y Barbarie», y el corpus era El Matadero (Echeverria), La refalosa (Hilario Ascasubi), La fiesta del monstruo (Bustos-Domecq), El niño proletario (O. Lamborghini). Habra alguna razon para que ultimamente este volviendo con frecuencia a esas cuestiones. Saludos

  12. Leandro dijo:

    …»los mismos estratos sociales acusaron a Perón primero de ‘fascista’ y luego de ‘comunista’, lo atacaron por ‘clerical’ y por ‘anticatólico’, por ‘estatista’ y por ‘entreguista’ «…
    Un muy atinado fragmento que, a mi entender, señala dos cosas: a) las contradicciones del antiperonismo y b) las contradicciones de Perón. Está claro, Perón emergió de un grupo de militares que comulgaban con el proyecto del nacionalsocialismo, propulsó una serie de reformas de notable (y, en buena parte, laudable) sesgo izquierdista, aunque tenía tanto o más terror de una revolución comunista que los sectores más derechosos del país (recuérdese la negativa a armar a los sectores populares dispuestos a defender su gobierno en el 55′ y la súbita ruptura con los grupos de izquierda más radicales en la trágica década del 70′); disfrutó del apoyo de la iglesia mientras existió un beneficio recíproco, rompió con la iglesia cuando la circunstancia así lo sugirió… creo que los vaivenes de Perón son los vaivenes de su movimiento: extrema izquierda, extrema derecha y un territorio de peligrosa indefinición que deja espacio para que cualquiera (Menem, Duhalde, De Narváez, ¿Cobos?) aspire a un retazo de poder bajo las banderas del peronismo. Pensemos en Kirchner: en los 90′, gobernador menemista, amigo de las políticas neoliberales, enamorado de las privatizaciones, defensor de Menem, a quien denominó «el mejor presidente de la historia». Hoy, ¿progresista? ¿Aliado de Cuba y de Venezuela? ¿Líder de la insurección latinoamericana, como lo bautizó el filósofo mediático Feinmann?
    Adriana: las posturas políticas de Borges (ejemplo: comparar a Pinochet con San Martín y O´Higgins) no dejan lugar para justificaciones. Por otra parte, su literatura bien justifica que se lo lea y relea hasta el hartazgo. No creo que LA FIESTA DEL MONSTRUO sea su cuento más atinado, siquiera su más inteligente toma de posición respecto del peronismo. Prefiero otras sutilezas en esto de las contiendas política, como las sutileza de Perón: «ascenderlo» de su puesto en una biblioteca pública a inspector de aves de corral o encarcelar a su hermana y madre por cantar el himno en la calle sin autorización.
    Sin duda, cargan los artistas con la inentendible responsabilidad que no buscaron y que nosotros le achacamos sin pedir permiso: la responsabilidad de ser ejemplos, guías, palabras siempre iluminadas, posturas siempre mesuradas. Yo opto por distribuir culpas en otros lugares, preferentemente en los lugares de poder real, político y económico. Los odios de los 70′ no tuvieron su origen en un cuento de Borges; las desproporcionadas disputas de hoy, tampoco: escándalos de teatro de revista entre un ministro y una pseudo-vedette, denuncias cruzadas, vicepresidentes doblemente traidores, agravios que tan pronto como se dicen se vuelven contra quien los dice porque nadie está libre de pecado (la oposición ex-aliancista acusa de inoperancia y corrupción al oficialismo, el oficialismo de los menemistas Kirchner, Scioli y Pichetto acusa de menemistas a los menemistas Macri y De Narváez), medios tuertos que ven media realidad, sea la «buena» o la «mala».

  13. Polotino Fervor dijo:

    Del Borges-gorila leí «El simulacro». ¿Fue «La fiesta… » publicada en algún compendio más o menos oficial, o sólo a modo de panfleto político? No me gusta nada chupar rayos catódicos cuando tengo la posibilidad de hacerme de un traba-puertas más.

  14. jorgelina dijo:

    Gil de décima. Ignorante, inculto. No tenés idea de la obra de Borges y Bioy Casares. Analizá «El Secreto» o alguno de Osho y Coelho, que son más acordes a tu nivel intelectual.

  15. avellanal dijo:

    Jorgelina, espero que en uso de su sapiencia ilimitada, me haga el favor de iluminarme y señalarme el camino correcto, unívoco e indudable a la hora de interpretar el cuento de Borges y Bioy. Con impaciencia, me acuesto a aguardar. Mientras tanto, me deleitaré con «El alquimista», si no le molesta. Eche luz sobre el asunto, estimadísima.

  16. Guido dijo:

    Hei muy bueno! era lo que buscaba para terminar de entenderlo, y para poder opinar mañana en la escuela!

  17. jime dijo:

    aguante cuentos brogeanooss,, peroo la bandaaa ehh!!! :P

  18. Hugo dijo:

    La fiesta del monstruo no es más que una reescritura de El Matadero, de Echeverría, y no está ni cerca de alcanzar el vuelo literario del que es considerado el primer cuento de fición de nuestras letras. Además pretende utilizar una jerga pupular (el cocoliche) lo que resulta chocante por su total desconocimiento de la misma. Es que a Georgie y a Bioy no se les daba fácilmente lo popular. Es una obra más de las que hen servido de sustento ideológico a la oligarquía en su propuesta dicotómica de civilización o barbarie.
    Lamentablemente, dos extraordinarios escritores como Borges y Bioy Casares se prestaron al juego. Pero no importa, igual sigo admirándolos.

  19. fabian dijo:

    Este articulo me sirvio para ayudar a mis alumnos (y ayudarme) a explicar algonas facetas de Borges. Gracias…..

  20. Me gustó mucho tu análisis. Concuerdo 100 %. Más vale olvidar de las condiciones de la que salieron ciertas obras, así como las madres hacen bien en olvidar los trabajos y dolores y ascos que les costó la gravidez. Por suerte, además, salvo en este caso (o en el que mencionaba alguien, arriba, de El Simulacro: otro horror), en general Borges tuvo el pudor de no exteriorizar sus sentimientos antipopulares.

  21. Carlos Manuel Fernández dijo:

    Me gusta leer, pero antes me interesa el autor, conocer su vida, sus ideas, sus maestros.Nunca leí a Borges, ya que al conocer su vida pude darme cuenta que, su alma estaba corroída de ponzoña, y de sus letras podría yo infectarme.Creo que Borges nació ciego, no comprendió en fenómeno en ciernes y, cómo el hombre en estado salvaje, trato de destruir todo aquello que no conocía.Así quedó en la historia, critico con su lenguaje viscoso a la «tiranía» por el imaginada y se abrazo a los genocídas en la realidad vigente seguro sospechada.Realmente me da asco hasta escuchar su nombre, no utilizaría sus textos ni para prender el fuego.Y, MÁS ALLÁ DE LOS GUSTOS, pensar que hay gente que lo tiene como manual de cabecera.

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